16/11/2017
Cómo catar un vino
En nuestro Hotel Montíboli, desde el mismo momento en que los vinos llegan a nuestra bodega, comenzamos un minucioso tratamiento que controla todos los aspectos externos y ambientales. Se trata de cuidarlos, de mimarlos, de tratarlos con el mayor cariño posible. Y todo ello se hace con la intención de que disfrutes desde ese primer momento en que abrimos una botella de vino y tomas el primer sorbo.

El proceso de cata es algo que a todos nos llama la atención, aunque si eres una persona entendida en vinos, seguramente lo tengas más que claro. Pero es posible que no tengas grandes conocimientos y estés interesado en aprender a catar un vino. Y es precisamente en eso en lo que vamos a centrarnos para esta nueva entrada de nuestro blog, y lo haremos de la mano de uno de los grandes profesionales de la enología. Se trata de Silvestre Aguilar, nuestro sumiller en el Hotel Montíboli.
Condiciones óptimas para catar un vino

Hay diversos factores que pueden afectar a una buena cata de vinos. Por ejemplo, el estado de humor o físico que puedas tener ese día, el olor del ambiente o el simple hecho de que pase alguien por tu lado con un perfume muy fuerte y el olfato no afine bien en el momento de oler el vino, el hecho de tener una compañía más o menos agradable, el ruido ambiental, etc.
Algo imprescindible es también la luz. De hecho, el mejor momento para catar un vino es por el día, con luz natural, ya que por muy buena calidad que tengan los tubos fluorescentes que ambienten un salón por la noche, siempre será más adecuada la luz del día.
Se recomienda también que el fondo de la mantelería sea blanco, evitando así que el reflejo del color sobre la copa pueda distorsionar esa apreciación visual en la cata.
Las fases de la cata de vinos

Como ejemplo, vamos a catar dos vinos: un vino tinto y un vino blanco.
Es muy importante que comenzamos por oler el corcho de esa botella que acabamos de abrir. Es un paso imprescindible antes de comenzar a catar el vino, porque si queremos descartar que esté infectado con alguna bacteria o que tenga cualquier tipo de enfermedad, el corcho nos puede dar esa luz roja.

La cata de un vino consta de tres fases principales: la fase visual; la fase olfativa; y la fase del gusto.
En el caso de la fase visual, trataremos de ver el color del vino y de describir todos aquellos matices que podamos apreciar por la vista y nos llamen la atención; mediante la fase olfativa, intentaremos evocar todas aquellas reminiscencias a las que nos lleve el mismo vino y las describiremos. Es una fase muy interesante, porque si la cata se lleva a cabo por varias personas, cada uno puede aportar sugerencias de aromas muy diferentes. Esta fase la haremos con copa parada y con copa movida; finalmente, la fase del gusto nos confirmará o no aquellos matices que hayamos apreciado en la fase olfativa. De hecho, en muchas ocasiones, al probar un vino, puedes apreciar que el resultado es diferente a lo que has percibido en la fase anterior. Eso sí, es muy importante que el sorbo del vino sea suave, y recorra todo el paladar (hasta por debajo de la lengua) antes de tragarlo.
Catamos el vino blanco

Comenzamos descorchando la botella de vino blanco. Se trata de un vino blanco Viñas del Vero que hemos enfriado unas horas después de sacarlo de la bodega.
Es un vino muy característico, creado con una variedad de uva alemana que tiene por nombre gewürztraminer.
Al extraer el corcho de la botella, no apreciamos ninguna señal que nos haga sospechar de cualquier tipo de desvío en el vino, por lo que procedemos a comenzar la cata.
Fase visual
Cogemos la copa, y la inclinamos, observando que el vino, en este caso tiene un color amarillo pajizo, con reflejos dorados, y al mismo tiempo unos ribetes alimonados. Los ribetes son los bordes que observamos en el vino, en el área más superficial, y son claramente apreciables al inclinar la copa. En este caso, es muy diferente el tono alimonado de los ribetes, al color mucho más dorado del corazón de la copa.

Fase olfativa
Comenzaremos “descifrando” el aroma del vino en copa parada. Para ello, debes coger la copa y llevarla hasta tu nariz (sin moverla). En nuestro caso, percibimos un aroma afrutado de manzana, posiblemente también a lychees, membrillo y flores, tal vez de rosas.
Ahora vas a hacer lo mismo, pero en esta ocasión oleremos el vino en copa movida, comprobando si hay variaciones. Para ello movemos la copa, agitando levemente el vino, y encontramos el mismo aroma, pero en está ocasión, quizás con el lychee algo más potenciado.
Fase del gusto
Llegó el momento de probar el vino y detectar esas sensaciones en boca. Hay quien prefiere mover la copa antes de saborearla, aunque no es necesario.
Como comentábamos, antes de tragar el vino, es necesario saborearlo adecuadamente. Para ello, mantendrás el vino en la boca unos cuatro segundos, haciendo un recorrido lo más completo posible por toda todo el paladar y por debajo de la lengua.
Si decides tragar (se puede catar el vino sin tragarlo), observarás que en este caso el sabor es sorprendente. Mantiene un tono afrutado, pero mucho más ligero de lo que aparentaba en nariz.
En nuestro caso, detectamos además un toque de acidez muy ligero, que no llegamos a percibir en la fase olfativa.
Podrás observar que el alcohol está bien integrado, y aunque esto es algo más complicado de detectar, se trata de un vino sin aristas, muy bien equilibrado, lo que llamamos un vino redondo. Detectar las aristas en un vino o comprobar si es redondo, es algo que se consigue con la práctica.
Para que un vino sea redondo, es necesario que cuatro aspectos estén correctamente equilibrados. Hablamos de la acidez, el azúcar, la tanina y el alcohol. Entonces, si uno de esos cuatro componentes básicos destaca sobre el resto, decimos que el vino tiene aristas y no es redondo. Al observar nuestro sumiller que el vino está bien equilibrado, lo describe como un vino redondo.

Un concepto imprescindible en catas es el retrogusto del vino, y consiste en que esa sensación en boca nos recuerde al obtenido en nariz. Se trata de revivir esos aromas que ya percibiste por medio del olfato.
Otro concepto destacado es el de vino largo o corto. Hablamos de un vino largo y armónico cuando persisten el gusto y los aromas después del trago. Con el vino corto pasa lo contrario, ya que esos aromas duran menos.
En cuanto al maridaje, se trataría de un vino ideal para tomar acompañando a un foie, unos ahumados, cualquier tipo de marisco o para aperitivos.
Catamos un vino tinto

En este caso, vamos a ser menos explícitos para no repetir conceptos, y cataremos un vino tinto. Ahora lo haremos con un crianza tempranillo, concretamente un Señorío de Viñuela. Se trata de un vino suave, e ideal para maridar con cualquier carne en la comida, especialmente carnes rojas no demasiado fuertes, o algunas carnes blancas como el cerdo. También son perfectos para complementar con un buen arroz, siempre y cuando no sea muy pesado.
Fase visual
Con la copa sobre la mesa, apreciamos que se trata de un vino de color rojo rubí, con unos ribetes color teja ligeramente amarronados. En general, con un aspecto muy limpio y brillante.
Fase olfativa
En copa parada, cogemos el vino y lo olemos. Como podrás apreciar fácilmente, nos traerá reminiscencias de madera húmeda, frutos rojos confitados, higos (también pan de higos), y muy sutilmente, incluso olor a cuero.

Ahora repetimos el proceso en copa movida, y puedes sentir las mismas sensaciones, pero en este caso con una mayor sensación de alcohol. Es algo que podemos apreciar también tomando como punto de referencia el grosor de la lágrima: si mueves la copa, la lágrima que va cayendo a través del cristal puede ser más gruesa o más fina. Cuanto más fina es esa lágrima y más lenta vaya cayendo, más cantidad de alcohol tiene y más integrado está en el vino. En realidad, esa gota de lágrima consiste en la misma glicerina del vino. En este caso, es bastante fina.
Fase del gusto
Al probar el vino, verás que te ofrece un ataque seco y algo punzante. Por otro lado, también podrás observar que tiene una astringencia (sensación de aspereza) algo marcada. El tanino es el parámetro que nos indica cuándo un vino es más o menos astringente. Aun así, no se trata de una arista y estamos ante un vino equilibrado y redondo.
Así es como se cata un vino. ¿Te animas a probar? Contamos con tus comentarios.